“Donde las heridas hablan”
- thebeslife8
- 4 dic
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“Donde las heridas hablan”
En un mundo envuelto en la penumbra, dos figuras se encontraban una frente a la otra en una vasta cámara vacía. Sus cuerpos brillaban con una piel translúcida, y bajo ella, las heridas latían como recuerdos vivientes: fisuras irregulares y brillantes que nunca se cerraban.
Comenzaron a hablar.
Pero sus voces no salían de sus bocas. En cambio, palabras se derramaban de las heridas: frases grabadas en la luz, ondulándose en el aire como humo. El hombro de una figura se partió con el susurro: «Siempre te vas». El pecho de otra se quebró, soltando: «Nunca fui suficiente». La habitación se llenó de frases moldeadas por el dolor, cada una un fragmento de historia, cada una una cicatriz hecha audible.
No estaban discutiendo. Se estaban deshaciendo.
Cada palabra era una confesión, una defensa, una súplica; no del presente, sino del pasado. Las heridas dictaban el diálogo, y las figuras, aunque desesperadas por conectar, solo podían evocar lo que una vez las había destrozado.
Pasó el tiempo. La cámara se llenó de verdades no dichas.
Entonces, algo cambió.
Una figura, temblorosa, se llevó una mano a la herida. La luz se atenuó. Respiraron, no por dolor, sino por decisión propia. «Todavía estoy aprendiendo», dijeron, y esta vez, las palabras salieron de sus labios. No era una herida. No era una cicatriz. Solo una voz.
El otro se detuvo. Sus heridas parpadearon, inciertas. Luego se suavizaron.
“Quiero entender”, respondieron, hablando no desde la ruptura, sino desde el corazón.
El aire cambió. Las palabras brillantes se desvanecieron, reemplazadas por calidez. Las heridas permanecieron, pero ya no hablaban. Escuchaban.
Y en ese silencio comenzó la curación.



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